La guerra de Independencia sí tenía un fin muy concreto: que este país fuera libre y soberano, que tuviera su propia autodeterminación sobre su forma de gobierno y no dependiente de los intereses del Imperio.
Miguel Hidalgo promovió la libertad y la igualdad. Abolió la esclavitud, pero de ¿cuál libertad hablamos ahora cuando cientos de mexicanas y mexicanos no son “vistos” por el gobierno, cuando más de 54 millones de estas y estos “orgullosamente mexicanos” viven en la pobreza?
José María Morelos y Pavón luchó por la desaparición de las castas y 200 años después, existe un racismo exasperante. En la Guadalajara, de todavía hace muy pocos años, no se dejaba entrar a los “indios” en calzones de manta, quizá porque afeaban la ciudad, o de plano, no era una vista agradable para la sociedad tapatía. Hoy, nos dan lástima las mujeres indígenas que venden papas en las plazas de la ciudad y que con la venta de las mismas, sobreviven.
La igualdad anhelada hace 207 años todavía no llega, la discriminación y la pobreza permanecen. La igualdad alcanzada para los hombres: el derecho al voto y el reconocimiento de sus derechos plenos, aún no nos alcanzan a las mujeres. La discriminación por cuestiones de género permanecen.
La historia independentista también le debe mucho a las mujeres, pues apenas aparecen dos mujeres: Leona Vicario y Josefa Ortíz. De Leona Vicario, se recalca ser esposa de Andrés Quintana Roo y de Josefa Ortíz se le recuerda por haber tocado el tacón en su habitación para informar que habían descubierto a los conspiradores. Aparecen como dos mujeres ricas que hacían fiestas en sus casas, en donde se reunían los insurgentes para conspirar contra el Imperio y acompañaban “a”…
Ellas, y miles de mujeres, participaron de manera activa por la Independencia de este país. Hoy se ha recuperado su lucha a través de investigaciones realizadas por mujeres, que da cuenta que Leona Vicario produjo una publicación que se ocupó de los derechos de las mujeres en un contexto social mucho más opresivo para la población mexicana. Según Elvira Hernández, existen datos que la describen cargando una pequeña imprenta mientras recorría los campos de guerra. Pudo hacerlo, porque era inteligente y se le conoce como la primera periodista.
Leona es representante de un grupo de mujeres que dirigían sus propios talleres, administraban haciendas y sostuvieron sus hogares. Igual hubo numerosas viudas, madres solteras o abandonadas que se hicieron cargo del papel que, supuestamente, debían desempeñar los hombres.
En esa época, como en la actual, las mujeres, además de hacer las tortillas y cocinar, cosían la ropa, elaboraban utensilios, criaban animales, atendían a los viejos y enfermos y parían los hijos que su vientre pudiera aguantar, además del trabajo en los mesones —una especie de hoteles—, tiendas o talleres.
La Independencia no hubiera sido posible sin la participación de las mujeres, pero ello no se ha traducido en un reconocimiento social y colectivo. Aun falta mucho para el reconocimiento pleno del 52% de la población que somos las mujeres y que participamos de manera activa, solidaria y constante en la lucha por un nuevo país.
Hoy a 207 años de la independencia, las mujeres queremos seguir vivas, queremos ser libres, queremos ser reconocidas y con derechos plenos.