Publicado en MX Político
Por María Candelaria Ochoa Ávalos
Aún sin ser suficiente, cada vez existe un mayor interés y preocupación por la situación de las mujeres en México, sin embargo, todavía el reconocimiento y la necesidad de fortalecer la lucha contra la desigualdad es limitada. Seguramente en este próximo proceso electoral, estará presente en prácticamente todos los discursos políticos, los partidos y sus candidat@s. Ello no nos garantiza el compromiso con una agenda que data desde 1995, producto además de años atrás: la Plataforma de Acción de Beijing, en la cual se abordó el tema de la participación política como uno de los ejes prioritari os.
En el párrafo 185, se especifica que La desigualdad en el terreno público tiene muchas veces su raíz en las actitudes y prácticas discriminatorias y en el desequilibrio en las relaciones de poder entre la mujer y el hombre que existen en el seno de la familia… El Estado mexicano se comprometió y firmó dichos acuerdos y está obligado a desarrollar políticas en la materia. Además, se reconoce que las mujeres dedican menos tiempo a la participación política, porque los compromisos con el desarrollo de las tareas domésticas no se distribuyen entre mujeres y hombres de manera igualitaria.
Discursivamente hemos ganado en posicionar el tema de la igualdad, desafortunadamente, todavía tenemos que garantizar que las mujeres seamos políticamente necesarias, es decir, mostrar que somos necesarias por nuestros conocimientos y capacidades y por el compromiso con las demandas de igualdad. Las mujeres que hoy estamos en posiciones políticas y de representación, somos producto de esta nueva cultura, pero no todas estamos comprometidas con la lucha por la igualdad.
Igualmente se puede decir de los hombres, pero a ellos no se les cuestionan las capacidades y mucho menos los roles sociales, sexuales y domésticos de los que no se hacen cargo. Por ello bien vale la pena preguntarles a los hombres ¿en dónde están cuando las mujeres aspiran a esos cargos? ¿qué hacen esos hombres para fortalecer los lazos familiares? Requerimos que también ellos participen de manera activa en el afecto, cuidado y trato con los y las hijas.
Solo de esta manera, podremos generar prácticas de igualdad en la sociedad y en la familia, porque un país más democrático es aquel que disminuye en mayor medida las condiciones de desigualdad entre mujeres y hombres y en ese caso en México nos falta todavía mucho. Según el Foro Económico Mundial, México está en el lugar 99 de 134 países, y ocupamos el lugar 19 de los 20 de América Latina, sólo un lugar arriba de Guatemala que es el último. Este dato mide la brecha entre mujeres y hombres en el acceso a dichos recursos y oportunidades. Es necesario cerrar las brechas entre mujeres y hombres en los espacios de toma de decisiones: porque los poderes reconocidos como legales son masculinos: el poder político, el poder económico, el poder militar y el poder eclesiástico.
La equidad de género en la vida de mujeres y de hombres implica: compartir equitativamente el cuidado del hogar, el trabajo remunerado y los ingresos y la crianza y cuidado infantil; compartir equitativamente el tiempo de trabajo y de ocio; las decisiones políticas y las económicas.
Aspiramos a la igualdad como seres humanos y a la equidad como un reconocimiento a nuestras diferencias. La equidad, como la cualidad por la cual ninguna parte sea favorecida de manera injusta en perjuicio de otra, por ello, se hace necesario y urgente nuevos contratos sociales, que partan de una premisa igualitaria.