El 14 de febrero nos han dicho que es una fecha para “celebrar” el amor y la amistad, ambas palabras profundas y muchas veces huecas. Celebramos el amor, pero en pocas ocasiones hacemos que vibren nuestros corazones por otras personas; festejamos la amistad, y pocas son las personas con quienes nos identificamos, solidarizamos y compartimos ideales, sueños, risas, penas y dolores.
A las mujeres, desde pequeñas, nos han inculcado que queremos que los hombres nos quieran como sus hijas, hermanas, madres, parejas y/o como sus amigas. Queremos que los hombres nos quieran, porque conforme vamos creciendo nos enseñan a aspirar a ello, a construirnos en función de ello. Queremos que los hombres nos quieran porque eso vemos en las películas, eso leemos en los libros, eso nos dicen en nuestra familia.
Pero lo que ha pasado en nuestras historias de vida, es que esos hombres que supuestamente nos aman son quienes nos violentan.
¿Sabían ustedes que 7 de cada 10 mujeres viven violencia por parte de sus parejas? ¿Sabían ustedes que el feminicidio –el asesinato de mujeres- es la violencia extrema que vivimos por ser mujeres? ¿Sabían que el acoso callejero es una realidad para cada una de nosotras?
Y ¿de dónde viene esta violencia?
Desafortunadamente, de quienes dicen que nos quieren. 7 de cada 10 hombres nos violentan, y casi todos nos acosan en la calle, en el trabajo o en el transporte público con palabras que nos ofenden. Es un hecho innegable que frecuentemente las parejas o compañeros sentimentales son quienes asesinan a sus compañeras.
Por eso estoy convencida que queremos amor: sincero, reciproco, sin regateos, amor que no implique sacrificios ni sufrimientos de ningún tipo.
No queremos amor que signifique violencia de ningún tipo, no queremos que nos “pidan” pruebas de amor, incluso aunque parezcan juegos, pero que implican riesgos.
Seguir fomentando los mitos del amor romántico, y los cuentos que dicen que si no te hace llorar no es amor verdadero, que si no te cela no te quiere, solo significa que ese amor, como está definido actualmente, implica sacrificios para las mujeres y no convivencia plena y feliz.
El amor es ese sentimiento en el que nos reflejamos para dar a otras personas lo que queremos para nosotras mismas.
Queremos vivir una vida plena, saludable y feliz con los hombres y con las mujeres y podemos hacerlo, solo que para ello necesitamos creer en el amor: ese que es recíproco, libre y sin condiciones.
La violencia, en cualquiera de sus expresiones no es amor, porque el amor no es violencia. Por más que nos hayan dicho y hayamos aprendido sobre lo maravilloso de las reconciliaciones, esos solo son mitos sobre el amor. Los celos y la posesión de las mujeres, ha sido la causa del asesinato de las mismas, lo que se ha denominado feminicidio.
Vamos a desaprender los mitos del amor, y vamos a aprender a amarnos a nosotras primero.
La igualdad es un principio para reconocernos en otros y otras; la igualdad nos permite precisamente reconocernos como iguales, y así alcanzar el equilibrio; no en las relaciones románticas, sino en todas las interacciones de la vida diaria.
Los mitos del amor romántico nos han hecho mucho daño a las mujeres y ha destruido las redes de afecto y solidaridad. Ese amor que es control, que es posesión, solo nos hace daño.
Queremos vivir una vida plena, saludable y feliz. Con los hombres y con las mujeres, y podemos hacerlo, solo que para ello necesitamos creer en el amor: ese que es recíproco, libre y sin condiciones.
La violencia, en cualquiera de sus expresiones no es amor, porque el amor no es violencia. El amor es ese sentimiento en el que nos reflejamos para dar a otras personas lo que queremos para nosotras mismas.
Vamos a desaprender los mitos del amor, y vamos a aprender a amarnos a nosotras primero.